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Bronislaw Kasper Malinowski con aborígenes de las islas Trobriand. (Foto: Archivo) |
Por Wilhem Reich
En 1929 se publicó la obra principal de Malinoswki, The
Sexual Life of Savages. Contenía un riquísimo material que enfrentó al mundo
con el hecho de que la represión sexual es de origen sociológico y no
biológico. En su libro, Malinoswki no discutía esa cuestión. Mucho más explícito
era el lenguaje de su material.
Resumiré los puntos que aquí más nos interesan. Los niños de
las Trobriands no conocen represión sexual alguna y no existen para ellos
secretos sexuales. Su vida sexual se desarrolla naturalmente, libremente y sin
obstáculos a través de cada etapa de su vida, con plena satisfacción.
Los niños realizan con libertad actividades sexuales
correspondientes a sus edades. A pesar de lo cual, o mejor dicho, justamente
por esa razón, la sociedad trobriandesa no conocía, en la tercera década de
nuestro siglo, ni perversiones sexuales, ni psicosis funcionales, ni
psiconeurosis, ni crímenes sexuales; no tiene ninguna palabra para designar el
robo; la homosexualidad y la masturbación sólo significan para ellos formas
artificiales y no naturales de gratificación sexual, un signo de una
perturbación de la capacidad para alcanzar la satisfacción normal.
Los niños trobriandeses desconocen el estricto y obsesivo
entrenamiento para el control excrementicio, que socava la civilización de la
raza blanca. Los trobriandeses, por lo tanto, son espontáneamente limpios,
ordenados, sociales, sin compulsión, inteligentes e industriosos. La forma
socialmente aceptada de vida sexual, es la monogamia espontánea sin compulsión,
una relación que puede disolverse sin dificultades; en consecuencia, no hay
promiscuidad. En la época que Malinowski investigaba en las Trobriands, en las
islas Amphlett, unas pocas millas más lejos, vivía una tribu que tenía una
organización familiar patriarcal autoritaria. Los habitantes de esas islas ya
mostraban todos los rasgos del neurótico europeo: desconfianza, angustia,
neurosis, perversiones, suicidios, etcétera. Nuestra ciencia, saturada como
está de negación sexual, hasta ahora ha logrado reducir a cero la significación
de hechos decisivos mediante el sencillo método de presentar uno junto al otro,
en clara coordinación, lo importante y lo no importante, lo banal y lo
grandioso. La diferencia recientemente mencionada entre la organización
matriarcal libre de los isleños de Trobriands, y la autoritaria y patriarcal de
las Amphlett, tiene más peso desde el punto de la higiene mental que los
diagramas más complicados y aparentemente más exactos de nuestro mundo
académico.
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Bronislaw Kasper Malinowski con aborígenes de las islas Trobriand. (Foto: Archivo) |
Esa diferencia significa: el factor determinante de la salud
mental de una población es el estado de su vida de amor natural.
Freud había sostenido que el período de latencia sexual de
nuestros niños, entre los seis y los doce años, era un fenómeno biológico. Mis
observaciones de adolescentes de distintos estratos de la población habían
demostrado que, dado un desarrollo natural de la sexualidad, el período de
latencia no existe. Allí donde se da un período de latencia, trátase de un
producto artificial de nuestra cultura.
Ahora lo confirmaba Malinowski: las actividades sexuales de
los niños de las islas Trobriands tenían lugar sin interrupción de acuerdo con
su edad respectiva, sin un período de latencia. El coito comienza cuando la
pubertad lo exige. La vida sexual de los adolescentes es monógama: se cambia de
pareja tranquila y ordenadamente, sin celos violentos.
Muy diferentemente de lo que ocurre en nuestra civilización,
la sociedad de las Trobriands se procura por la vida sexual de los adolescentes
y la facilita, en particular proporcionándoles chozas donde puede estar solos,
y también otros aspectos, de acuerdo con su conocimiento de los procesos
naturales.
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Bronislaw Kasper Malinowski con aborígenes de las islas Trobriand. (Foto: Archivo) |
La supresión sexual es un instrumento esencial en la producción
de la esclavitud económica.
Por lo tanto, la supresión sexual en el infante y el
adolescente no es, como afirma el psicoanálisis –de acuerdo con erróneos y
tradicionales conceptos educativos- el prerrequisito del desarrollo cultural,
la socialidad, la diligencia y la limpieza: es exactamente lo opuesto.
Los isleños de las Trobriands, con su plena libertad sexual
natural, no sólo han alcanzado un alto desarrollo agrícola, sino que, debido a
la ausencia de tendencias secundarias, han mantenido un estado general de cosas
que parecería un sueño a cualquier nación europea de 1930 ó 1940.
Los niños sanos presentan una sexualidad natural espontánea.
Los niños enfermos, una sexualidad artificial, o sea, perversa. La alternativa
que enfrentamos en este asunto de la educación sexual no es, en consecuencia,
sexualidad o abstinencia, sino vida sexual natural y sana, o perversa y
neurótica.
La represión sexual
es de origen socioeconómico y no biológico.
Su función es sentar las bases de la cultura autoritaria
patriarcal y la esclavitud económica, como podemos verlo de la manera más clara
en Japón, China, India, etc. En los comienzos de la historia, la vida sexual
humana seguía leyes naturales que ponían fundamentos de una socialidad natural.
Desde entonces, el período del patriarcado autoritario de los cuatro a seis mil últimos años, ha creado, con la energía de la sexualidad natural suprimida, la sexualidad secundaria, perversa del hombre de hoy.
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